Saturday, March 8, 2014

el origen de lo oscuro

La hija del cazador aprendió a despellejar animales desde muy temprana edad, mi padre además de ser cirujano plástico era cazador y desde que yo recuerdo llegaba a casa cargado de animales muertos en su mochila, desplumábamos guilotas, patos y codornices, despellejábamos conejos, liebres y jabalíes, los venados nunca me tocaron pero jugaba con sus osamentas, aprendí a sacarles las entrañas con las manos desnudas, las bolsas de bilis habia que quitarlas con cuidado, si se rompían la pieza entera se volvía obsoleta, hay cosas que no se pueden imaginar que están dentro de un cuerpo sin vida, las bolsas llenas de semillas y los pequeños corazones, incluso hasta animales dentro de animales, ese olor a sangre y carne, tan diferente y único, las pieles las curtía con blancas capas de sal de grano hasta quedar secas y poderse colgar en la pared, aún conservo dos en mi buró, pequeñas y suaves, quizá este tipo de vida tan normal para mi fué lo que despertó este gusto por lo oscuro, me pasaba tardes entretenida observando los centenares de fotos de cuerpos abiertos en cirugias, es fascinante ver lo que la piel esconde, el poder de modificar, mutilando, cercenando, reconstruyendo la fragilidad del cuerpo, de la vida, este poco control que tenemos sobre ella hace que uno se vuelva un poco frío, un poco oscuro, al fin de cuentas de la oscuridad venimos y hacia allá nos iremos, la infancia nos marca de por vida.
Recuerdo a mi papá en su traje camuflado, oliendo a lodo, sudor y pólvora, yo le ayudaba a armar los cartuchos en una maquinita, llenos de balines que luego teniamos que escupir al comer las presas, no entendí nunca cómo aguntaba el ensordecedor rugido de la escopeta, así como tenía el poder de salvar la vida, también tenía el poder de quitarla.
En la casa siempre había cráneos cortados en diferentes partes para estudio, algunos pintados de diferentes colores, otros en blanco y otros así, naturales, todos habían sido sacados de las olvidadas fosas comúnes, y habían terminado su santa sepultura cociendose dentro de un gran cazo con cal y no se que más para quitar los restos de carne putrefacta, me pregunto si sus almas estarán conformes con este final, que tanta importancia tiene morir si nadie recuerda tu cuerpo, dos cosas nunca me cumplió antes de morir, la primera acompañarlo a sacar un cuerpo de la fosa común, la segunda, acompañarlo durante una operación, quizás pensaba que era demasiado fuerte para su pequeña hija, quizás ambos recintos se lo prohibirían, quizás alguna otra razón, no lo sé y no lo sabré, alguna vez quiso llevarnos a mi y a mis hermanos de cacería, en ese entonces yo no quise, quizás por niña, quizás por miedo, quizás porque la idea de estar metida medio cuerpo dentro del agua helada antes del amanecer no me llenaba de ilusión, ahora quisiera haber ido, haber aprendido un poco más, pero ya es tarde, ahora si quisiera tendría que esperar a que un cazador me trajera la presa y yo solo sabré despellejarla y sacarle las entrañas.

Enero

Me gustaría haber conocido a mi madre antes de casarse, haber viajado con ella a Europa y emborracharla con humo y anís, quitarle las maleta...